La primera sesión no hice un registro escrito. Creo que fue por mi estupefacción de darme cuenta que el taller funciona. Hasta el momento todo ha superado mis espectativas. Se inscribieron 15 personas, de las cuales 12 han declarado que seguirán. Hoy llegaron 11, por lo que intuyo que el asunto va. Son mujeres entre los 23 y los 50 años. Docentes recién egresadas, docentes con décadas de experiencia, docentes que no trabajan necesariamente en escuelas, educadoras de párvulos y una educadora de lengua Aymara. El hecho de que el grupo sea solo de mujeres ha generado,pienso, una comodidad y una familiaridad beneficiosa para el taller: se vuelve más fácil reconocerse en la otra, entenderse y contarse.
Los textos han sido decidores de cada una y de la educación en general. Los temas son variados: el uso de la tecnología en los niños, las posibilidades de capacitarse en este taller, los vínculos de la educación con el teatro, los primeros años de ejercicio docente o los muchos años en él. También escriben sobre cambios geográficos (ser profe en el sur, ser profe en Santiago), de la variable socieconómica de las escuelas, de las lenguas indígenas, de la importancia de la investigación académica, de las enfermedades que sufren los docentes y del lugar del error en la pedagogía. Realmente, hemos hablado y escrito de muchas cosas y probablemente haya de mucho de que hablar y escribir.
Los comentarios hechos a cada texto también me impresionan. La conversación fluye, se hacen preguntas y acotaciones como si las participantes se conocieran de antes, cuando en realidad apenas se saben el nombre y reconocen el rostro.
Habitualmente la conversación converge en un tema: cómo hacer el trabajo que quieren hacer en sus respectivas escuelas. Cómo darle la vuelta a las pruebas estandarizadas, cómo reformular la evaluación, cómo "ser más pillas que el sistema", dijo una hoy. Están buscando/escribiendo las preguntas. Confío en que pronto salgan más preguntas y unas cuantas respuestas.
La conclusión de hoy es clara: llegaron con cosas para comer y tuvimos tecito. Eso ya es muy bueno porque indica que hay una pequeña comunidad. De hecho, llegaron tantos paquetes de galletas que podríamos haber celebrado un cumpleaños. La otra conclusión es que el taller va.
BF 26/marzo/2014
Los textos han sido decidores de cada una y de la educación en general. Los temas son variados: el uso de la tecnología en los niños, las posibilidades de capacitarse en este taller, los vínculos de la educación con el teatro, los primeros años de ejercicio docente o los muchos años en él. También escriben sobre cambios geográficos (ser profe en el sur, ser profe en Santiago), de la variable socieconómica de las escuelas, de las lenguas indígenas, de la importancia de la investigación académica, de las enfermedades que sufren los docentes y del lugar del error en la pedagogía. Realmente, hemos hablado y escrito de muchas cosas y probablemente haya de mucho de que hablar y escribir.
Los comentarios hechos a cada texto también me impresionan. La conversación fluye, se hacen preguntas y acotaciones como si las participantes se conocieran de antes, cuando en realidad apenas se saben el nombre y reconocen el rostro.
Habitualmente la conversación converge en un tema: cómo hacer el trabajo que quieren hacer en sus respectivas escuelas. Cómo darle la vuelta a las pruebas estandarizadas, cómo reformular la evaluación, cómo "ser más pillas que el sistema", dijo una hoy. Están buscando/escribiendo las preguntas. Confío en que pronto salgan más preguntas y unas cuantas respuestas.
La conclusión de hoy es clara: llegaron con cosas para comer y tuvimos tecito. Eso ya es muy bueno porque indica que hay una pequeña comunidad. De hecho, llegaron tantos paquetes de galletas que podríamos haber celebrado un cumpleaños. La otra conclusión es que el taller va.
BF 26/marzo/2014
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